HOMENAJE A ISMAEL ROLDÁN

ISMAEL
Conocí a Ismael primero por su obra y luego a él personalmente, gracias a que José Campo, gran artista y padre de CALICOMIX lo invitó al festival en el año 2007. Asistí a este encuentro anual muy ilusionado pues no podía desperdiciar la oportunidad de verlo trabajar, y si estaba con suerte poder cruzar algunas palabras con este genio colombiano que había triunfado en Estados unidos con su arte maravilloso. El día de la inauguración fuimos llamados sin previo aviso, al lado de otros colegas entre ellos el maestro Pablo Marcos, a la mesa de los invitados. Yo, entre asustado y emocionado, le expresé por primera vez mi admiración por su obra, primero porque sentí que no podía aplazar este reconocimiento y también para comprobar que las palabras no me habían abandonado dadas a las circunstancias. Aquella semana fue extraordinaria. Ismael me contó sobre su formación; compartió conmigo algunas anécdotas a lo largo de su trayectoria, sobre sus vivencias con otros artistas y algo sobre las agitaciones de su alma. Fue mágico ver cómo con rapidez y precisión hizo un par de caricaturas de Borges y Sartre y muy gratificante comprobar que un artista de su nivel era también un hombre sencillo, asequible, generoso y sincero. Supe, por sus propias palabras que la experiencia en Cali había sido para él como una especie de renacimiento. Mantuvimos desde entonces una comunicación permanente. Inicialmente el vínculo se mantuvo en los límites del oficio en común y con los días trascendió a la amistad. Me contaba emocionado historias sobre los apuntes de Sergie, su hijo adorado, y en sus últimos días sobre las tensiones de su alma. Siempre pienso en Ismael; siempre estoy estudiando su obra, recreándome en sus trazos, aprendiendo todos los días de su virtuosismo, recordando cada consejo. Su temprano viaje nos dejó una enorme tristeza; pero nos queda la alegría, a quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, de haber compartido con un hombre extraordinario que no permitió que el éxito le impusiera miradas arrogantes hacia su entorno. ISMAEL ROLDÁN fue un colega admirado, un maestro, un amigo, un hermano que la vida me regaló.
Jorge Restrepo H.